lunes, 28 de diciembre de 2009

Barrio Margot, Partido de La Clemencia.

El barrio situado dentro de Margot no es más que una ínfima circunscripción de la conciencia universal, lo que no le quita importancia.
Es un vecindario espaciado que huele seguido a marea y algas negras. Debe de estar cerca del mar . Las casas son mas bien bajas y predominan los enormes parques adoquinados. Por eso suelo figurarme que cuando Margot se siente sola es por el simple hecho de tenes a sus habitantes demasiado distanciados , perdidos en esos ceménticos paraísos que hacen imaginar la nieve que nunca cayó. la cual terminaría de desolar el paisaje en esos días de frio ficticio, de abrazo necesario.
Margot, como dije, es una miga de existencia. De lo que se deduce que hablo también de mi cuando hablo de ella y del lobo del hombre. Compartimos distracciones propias del género.
Por otro lado, no quisiera tampoco exponer sólo su vida, serìa hipócrita de parte de alguien que aborrece los reality shows.
Retomando. El barrio , los miércoles tiende también a oler a cacao y canela. Sé que suena raro tanta dulzura en una señorona parisina, pero la susodicha es cosa de no creer.
Cuando se enoja en cambio, se acaban los olores y los ruidos en las calles, es cuando mas control tiene sobre sí. Entonces los vecinos se guardan y las veredas se vuelven ascépticas. Puro mutismo.
Es raro que llueva en Margot, se explica entonces la falta de cloacas y oscuros tuneles subterráneos.
Mi pasatiempo favorito es recorrer sus enormes soledades parqueadas en mañanas ácidas como esa lluvia que nunca cae. Me parece el clima más apropiado para las introspecciones de la niña, calculo que un dìa la encontraré clasificando la basura en estas calles sin nombres. Entre el caos vehicular y la lluvia ácida quizá siga contandome de sí. De todos nosotros.

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