miércoles, 2 de diciembre de 2009

Hay algo muy raro en mi plato.

Es de una curiosidad inagotable el siniestro hecho de que ultimamente escucho rarezas indescifrables desde mi sopa. No sé si será lo andino del menjunge o el exceso de cilantro.
Repentinas y granujas, las burbujas corpulentas empiezan a eructar anticuados bramidos del claustro.
Me canturrean, primero, aduladoras y princesitas. Es solo la percepción del tono de la voz ,o lo que sea que eso sea, porque no les agarrás un parlo.
Modulan con cautela y me empalagan con fracciones de belleza cada vez más espesa, más cerca del cero, tan cerca del cerco.
Disertaciones sobre la mierda debajo de la piel.
Asusta recibier esos modales indómitos, poco acostumbrado yo al asunto.
Es una pena, me gustaría seguir escuchando esos rumores disperso de por días pero la sopa está apetecible y , o me devoro todas las burbujas charlatanas , o me devoran. Las devoro.
Sus dialéctos gregorianos me indigestan.

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