Hoy me expongo a las lenguas de tu martirio , pero no temo que caiga el martillo más pesado en el próximo golpe o que la baba se hunda mucho más profundo , llenando mis alveolos, transformandose así en mi respiración .
Que lo juzgue aquel cobarde que no puede por un dulce arriesgar su pellejo desteñido ni su enlíado corazón lleno de óxido.
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